domingo, 8 de enero de 2012

JULIO CARABELLI


Julio Carabelli nació en Buenos Aires en 1940. Fue secretario de la Fundación Argentina para la Poesía, participó del staff de las revistas Nexo literario y Barataria, y fue Director de la publicación “artes, becas & concursos” y de Letrarte (Encuentro y Congreso de Escritores que se realiza en Tucumán desde 1998 y en Mendoza en 1999). Ha publicado: A conciencia pura (Marymar, 1986), novela; Autopsias (Además, 1988), cuentos; A continuación de los juegos (Fundación Argentina para la Poesía, 1989), cuentos; El crimen de la vecina en el presupuesto nacional (Gel, 1993), novela; Claves para una secretaría ejecutiva (1994); Jurisdicciones (Poesía en Bolsa, 1997); Jurisdicción del amor (Poesía en Bolsa, 1998).






OFICIO

El vivía a una cuadra de Grand Cóncourse
donde empieza en el Bronx el barrio negro.
Solía trabajar de cualquier cosa
los oficios
le colgaban de las manos como uvas
transitaban su cuello
su garganta
y dormían con él bebían cantaban
como si ayer hubo
si hoy hubiera
mañana tal vez será distinto.

Quizá fuese artífice en Italia
talabartero experto en la Edad Media
plantador de pinos ambarinos
carpintero de ribera en el Egeo.
Por su sangre merodeaba Europa
como novia lasciva y trashumante
y un abuelo de estirpe Inmemorial
que hoy barre con él
            las calles del Bronx.



BAILE


Ella deseaba ser asesinada
y el Bronx
era un sitio como cualquier otro.
Bailaba sobre el bríllante mostrador
pentagrama de la cervecería
mientras yo veía cómo los Idiotas
deseaban la desnudez de sus pechos.

Ella bailaba
como otros se drogan en el bidé
como tantos rezan seis rosarios.
Yo despreciaba
a los idiotas que pagaban todo
con díosecitos verdes en las manos,
Lo importante
es que bailaba feliz y por la noche
se agotaba de amor sobre mi cama.

Han pasado algunos años y ella
que no ha sido asesinada todavía
baila en otro sitio
ya que cualquier lugar le da lo mismo.
A veces entro a ver sí la han asesinado
y pongo un dólar doblado en su cintura.
Después me voy
sé que allí dentro
alguien me piensa idiota con desprecio.



VIOLÍN


Amparado por el subte del Bronx
masticaba lo que habla y lo que no
acostándose muy decentemente
junto a su rojo violín desafinado.
No molestaba a los viejos judíos
ni a los perros de luto por Willy
ni a las chicas punk de las cabinas
ni a los negros de memoria dura.

La música vertía de otras guerras
otro muerto violín le desgarraba
las absurdas tapas de extramuros
el atinado estómago de hambres.
El vino en busca de la nieve
sólo para olvidar los páramos
de hoscas tibias fémur calaveras
y cansado
se dejó morir de recuerdos y acidez
tocando
como sí alguien oyera aquella noche.

GLADYS EDICH BARBOSA EHRAIJE

GLADYS EDICH BARBOSA EHRAIJE es poeta azuleña. Poesía publicada: 18 Poemas y un solo motivo, 1978; Íntimos duendes, 1979; "El último verano", 1982; "Poemas en libertad", 1984; "De ocres y otros marzos", 1989; "Páginas Azules '3'", 1991; Segunda edición de “De ocres y otros marzos”, 1993; "Dioses de barro",1994; "Una lenta estación entre dos soles", 1999; "Profecía de cigarras" y "La penúltima rosa de abril", 2001; "Y preguntan las sombras", 2008. Ha dirigido talleres literarios en la Unidad Séptima de Penales de Azul (1983-1984) y en el Área de la Lengua —escuela Normal de Azul— (1994-1995). Preceptiva editada “El diccionario de las palabra perdidas” (de niños para todos). 




POEMA I


Bajo los bordes de una cerradura
acechan las llaves
¿entre qué corredores
siguiendo nuestros rastros
se nacieron en alas
los pájaros profanos?
la casa
fue gestando
en permanente bruma
     abarcativos pasos
     amante en celo

     —vigila los rincones—
Sus muros no han perdido
esa ancestral costumbre
de confundir
la noche con los días
saben
     que desde siempre
     del otro lado de la puerta
     un ojo de metal
verticalmente,
espía.




POEMA III

Cuando la esfinge habite el desconcierto
    las respuestas
    no tendrán respuesta

    Serán voces migratorias
        en
             la
               debilidad
               de la vigilia

    Símbolos extraños
          en el vino rojo

    Dioses,
        iniciando
la última danza
      alrededor del sol.



POEMA V

Inocentes viajeros
         en procesión de olvido
         recuperan
               cenizas
         debidamente antiguas
               El miedo
            asume
         la fuerza de la tregua
    lejos
   

        (quebrados duendes)
         —duendes de alas quebradas—
         custodian
                de rodillas
         las inasibles grietas
Nadie habita el domingo
    solo la piel
          y los ojos
         (desmesurados ojos)
         como cuencos de sal.



POEMA VII

Lámpara que perfila
     la secreta corriente de la memoria

como moneda extraviada
      entre la piel
                aparecen las primeras lluvias
      cada gota
aleja los fantasmas
el milagro
y los espejos rotos
        en las noches de luna
    Desde el costado izquierdo
(el corazón)
      roza otro escalofrío
      busca la llave del zaguán
      anuncia la hora
y entre tinieblas
las lágrimas
cerca del final
descubren
        que la primavera
tiene muertas sus raíces.








POEMA FINAL

Alrededor del fuego
     como un rito
     se fueron sucediendo
     los milagros
     los hijos
     los hijos de los hijos
     la aridez
     los despojos
la mesa de madera
     el pan
el peso de las cosas
     los retratos
Por mandato inviolable
de la tierra
me convertí
en guardiana de la casa
  La infancia
  trae aún desde la lejanía
  alucinadas mariposas amarillas
Desde la cárcel
        de mi cuerpo
        la carne,
vuelve a cercenar sus deseos


ADALBERTO POLTI

ADALBERTO POLTI nació en Buenos Aires en 1943. Ha colaborado en las revistas literarias Momento, Cuadernos de la juventud, Cormorán y Delfín, Runa, Tridente, Cuaderno experimental, Tiempo, La Tabla Redonda, Poesía 2000, Empresa poética, Clepsidra, Nexo literario y otras. También en los diarios La Acción y La Tribuna de Morón, La Opinión de Pergamino, El Tiempo de Azul y La Capital de Mar del Plata. Participó en las antologías Once Poetas, once artistas plásticos de la Fundación Argentina para la poesía, La casa y los poetas de la Fundación Raggio, Antologías del Grupo Zahir de los años 1996 y 1998, World Poetry (Madras, India); antología Mar azul, cielo azul, blanca vela (en homenaje a Arturo Cuadrado) y antología Café de Buenos Aires, Tercer milenio. Publicó los libros "Bailarín de tinieblas" (Empresa poética, 1987), "Terca sombra" (Ultimo Reino, 1994), "Ojo Avizor" (Ed.Kir, 1995), "Mendiga palabra", Libros del Empedrado, 1997) y "Oigo pasos" (Libros del Empedrado, 1998).



LOS DIOSES Y LA INDULGENCIA

Nos duelen los muertos
Recorren nuestras venas
como océanos del canto

Y giran
y claman sueños doblegados
infinitos

Soles
Muros solitarios y dudosas calles
Laberintos oscuros
Ninguna puerta descubre la otra orilla

Multitud de voces
toda la sangre puesta en los ojos
del tardío consuelo

Templos vacíos
pocos dioses para tanta indulgencia






HABLA GALILEO


Si mudo de palabras
si el astro no fue fiel a los dogmas
y en el frágil andamio abundan los culpables

Si me absuelven
si del rostro del verdugo no nace la vergüenza
crecerá el silencio
el disfraz del olvido vestirá la memoria

Y fantasmas habrá
y una antigua pesadilla que los invente
y días nefastos alimentarán el caos




Jardín lento


amanecí desde lo profundo y el tiempo y la palabra y el alma roja del jardín lento y su esqueleto de niebla y los ojos de los pájaros consumieron la lluvia y su rostro de piedra maltratado rostro y el alma roja del jardín lento y su sombrero de aire a la deriva y su nube de espanto como azorado planeta abandonaron sus cauces y nacieron testigos del infierno y días del precario universo me despojaron del cuerpo vital

adiviné un caluroso mediodía con apariencia humana y olvidé prejuicios y sediento y vagabundo recorrí como tren peregrino el alma roja del jardín lento mientras devoraba el pasado y su memoria infinita y navegué el espacio y elegí el destino con aire de siglo

apagué la niebla oscura del canto infinito de la tarde mientras el alma roja del jardín lento dormía en las estaciones mudas de las ramas como el pájaro duerme en el hueco débil del sol desesperado e inútil del crepúsculo

atravesé sueños y la noche como el ave y su ventana que huele a siglos y arrastra y duele y el alma roja del jardín lento como algo muerto y solitario hablaba desde un muro que sangra




Ojo Avizor


1.


Antes que el alma
localizara el punto mínimo
de su universo
el ojo ya lo había devorado


2.

Frente a la inmensidad del mar
y de mi propio abismo
siento caer el día

Y veo su gota helada
a través de los huesos
percibida por el ojo avizor

Siento caer el día, pálido rostro
carcome el tiempo y medibuja
en el entero cuerpo de la muerte

Siento caer el día como
un avaro de brazos largos



Invitados a la última cena


                           Frente a un grabado de Escher

Cielos y escaleras giran y giran
cielos e infiernos, ángeles y demonios
giran y giran
cielos imaginarios, infiernos imaginarios
escaleras imaginarias, suben y bajan
giran y giran

Algún día, alguna historia apocalíptica
real o irreal
u odioso destino o muerte tenazmente puntual
los sorprenderán junto al olvido
frágiles pasajeros de la lluvia

Los sorprenderán junto al olvido
palomas de fugaces sueños

El día menos pensado
aparecerán en nuestras mesas
invitados a la última cena

OMAR CAO






OMAR CAO nació en Buenos Aires en 1948. Es poeta, narrador, dramaturgo y ensayista. Publicó en poesía "Uno de dos" (1974) junto a Hugo Enrique Salerno; "Emigrado de la luna y otros asuntos" (1976), Ediciones El Lagrimal Trifurca, en Rosario; "Antología poética universal", poemas suyos que fingen una recopilación realizada en el año 8100, (1998); el cuaderno "Sólo los elefantes...", largo poema editado por Pedro Luna e ilustrado por Graciela Favot (1986); "Palos de ciego y otras yerbas", ediciones Del Doque (1996); y "El linyera" (2011). Su obra ha sido recogida por varias antologías destacándose la "Antología de la poesía argentina" (1979), realizada por Raúl Gustavo Aguirre y "Esquina sin ochava" (2000). Su obra se difunde en publicaciones nacionales e internacionales del género. Fue fundador del grupo literario "La Luna Que Se Cortó Con La Botella", y actualmente es el director del grupo Mus. Coordina talleres literarios.





 CANCIÓN

Nos movemos, sombras
relativamente cercanas,
confundiéndonos a veces
al rozarnos las zonas más claras
pero los núcleos densos
donde se agita
la parte esplendorosa de la negrura
esos siguen aislados
gimiendo, gimiendo,
                                    gimiendo...


...

Dicen que la frialdad
es atributo de la muerte
y de su cercanía;
las hondas preocupaciones quedan
quebrándote la piel.
dicen que el calor y la vida
se confunden.
descubrí tres hebras blancas en mi espejo
favorito
dicen que si se canta se olvida
recogiste una flor
dicen y dicen
y en cambio tu silencio.




DEL DOLOR

Donde duelen los bastos
en la nuca
me duelen las palabras como estrellas
cuando el sueño no llega.
Eso queda de mí; te lo regalo
alguna vez agregaré mi miedo
cierto
mi deseperación,
si celebramos un día
un acontecimiento te mandaré
                             —pudiera—
el corazón clavado en un cuchillo.


...

Pero abrir la mano
y dejar la alegría ser
es buen remedio
para las oscuras tempestades
del miedo
Como un colibrí
dibuje acaso
su danza de vértigo y color
y sienta yo la brisa
y me abra
de encogido y oscuro
a mejor y más ancho
a más generoso corazón.      
Siento que la tarde pasa, atraviesa
mis huesos al sesgo y se queda detenida
en el verdeazul de los abrepuños
siento
que pertenezco a una especie de cálida
desolación llena de caricias e interrogantes
una creciente inquietud una especie
de angustia dulce en que
dúctil mano deja hologramas, contornos mudos
de rostros y formas
repetidas en girar silencioso
casi eterno
lento valsar antiguo
sobre las horas
                             circulares y profundas.



[DEL AMOR]


Me he sentado a leer y pronto
fastidiado
                         alcé los ojos y empecé
a imaginar formas de
                                       acariciarte
después sonó la medianoche.
Mis manos trazaban en el aire
                     exactamente
la delicada C de tu cintura.





SOLILOQUIO DEL SOLO


Dejaré todo para mañana;
escribir esa carta
el trabajo también
visitar los amigos...

Ahora sólo la complacencia en oír
caer la lluvia
cansada y pareja
y dormir
               infinitamente dormir
para volver a encontrar
cuando despierte
tu retrato caído,
exactamente como lo dejé.



COLORES QUERIDOS


Me voy a morir pardo, amarronado,
vestido de reciura imperturbable:

Te vas a morir blanca, silenciosa,
traspasada de mitos transparentes.



DEFINO LOS ABERTALES

                                 a Ricardo Rubio

Inventemos lo maravilloso,
lo poético, la acción concertada,
de lo utilitario hay demasiados
ocupándose.

Abertales siniestros mis cigarrillos negros.
Abertales los ojos recamados de asombro,
recamados abertales los labios que no oso,
la distancia a recorrer que no permito,
el pozo profundo de los poemas
el negro luto de las uñas
la clara tos de la mañana
el deseo del deseo
las mañas mínimas
los gritos en la
noche la sed de
los centauros
la fe
la o
yo
peleador astuto, limpio de uñas y dientes
defino los abertales como sus talones desnudos
picando de viruela la cara de la tierra
                                               interminablemente.

CARLOS ENRIQUE BERBEGLIA





Carlos Enrique Berbeglia nació en Villa Mercedes. Además de dos libros de ensayo filosófico y uno de ensayo socio-antropológico, de la coordinación de seis volúmenes de estudios sobre perspectivas de antropología argentina, de artículos dispersos en diversas publicaciones nacionales y extranjeras, de una novela, tres recopilaciones de cuentos, tres obras de teatro y tres interlineales, publicó en poesía: Ráfagas de luna (1983), Tardes en el paisaje y hombre (1985), Fuego sin dioses (1987), Tierra crepuscular posible (1990), Correspondencia abierta (1992), Las horas del himno (1996), Revelaciones del tiempo (1997), Penumbra sin voz y luminosa voz de vos (2011).




Lasitud de los cuerpos
en el follaje incierto
que cede la estación al pensamiento
cuando las abejas revuelan su nostalgia.

El infinito les tiende su vacío
si el color distante donde el sol reposa
envuelto cn presagios o en el hábito simple
de lo que acontece
refleja nuestra alegría o pesadumbre.

La belleza de lo incognoscible
dora la resina
que desliza su color
por la superficie indómita del pino.

Ahora el tiempo regresa en un planeta
que se afirma cn el cielo,
soberano, primero, y transitorio.
El cuerpo, entonces,
retira su pesadez al sitio
donde la cotidiana charla,
las manos y el vino que lo ruborizan,
absuelven su inquietud
misericordes.


LÍMITES Y TRANSGRESIONES



Brilla en la pradera el viento.
Por detrás de su cristal
una simple fisura posibilita al viajero
las fronteras eludir de la maldad
y de aquellas empeñadas en la averiguación
de cuanta inalcanzable esfera contiene el universo:
canciones que nunca escuchará otra vez,
paisajes irreconocibles por el infortunio
                                                     que los modelara
y esas continuas falsificaciones del tiempo y la alegría
que sus congéneres bailaban cuando el mundo
la misma transparencia lucía que la brisa.

Y la vida, la conciencia, el amor,
la obligada soledad de las razones
afloraban en su haber sin reconocimientos
y sin una sonrisa que lo acompañara
por ese cansancio de buscar explicaciones
en la simple existencia de las cosas
(al inmediato alcance de su mano
de no ser por el viento que las dispersaba).






MEMORIA REINCIDENTE II



Esas coincidencias que en los filmes
salvan a los protagonistas
cuando la muerte o el destino
ciernen su avidez sobre los mismos:
una bisoña amistad esa ayuda antigua
ofrecida al monarca, desdichado otrora,
regresan fielmente para rescatarlos
aunque los enemigos arrinconen sus posibilidades
de salvación sin atenuante alguno.

Y, en el escenario, armas de utilería
defienden a los inocentes y a los malvados
exterminan sin misericordia.
Los niños, después, en sus hogares,
repiten las alternativas
con juguetes que, a la vez, remedan,
las formas imitadas.

La realidad, levemente apoyada sobre el tiempo
-que nos posibilita para, después, hundirnos
en su infinito cieno-
junto a él, sarcástica, sonríe.





ELLA LA VERDAD



Joven, y, te diría, casi adolescente,
la conocí gracias a una fotografia.
Distante, como una modelo o una actriz,
me observaba sin verme,
protegida por un celuloide brilloso
donde resaltaban su figura céfiros perversos
y ángeles aduladores.

Ya desde entonces nunca dejó mis sueños
o delirios. Airosa se escurría
como un fuego fatuo, si
en ese rosicler de la conciencia
la pretendía yo sin darme cuenta
que el tiempo la rejuvenecía,
mientras, hasta bordear la locura
mi amor por ella acrecentaba.

En un infortunado juego,
era la melodía que llega
en sus acordes finales al oído
y tantas cosas más, imágenes
y metonimias absurdas que nunca la
       aprehendían:
un neblinoso deseo solamente,
un neblinoso deseo...



PERÍFRASIS DEL ENCUENTRO

Si todos los días del amor fueran como el primer
       encuentro,
si el deslumbre inicial donde las nubes cantaban
       alegrías en la tarde
al menos perdurase como se extienden los límites
       de las ensoñaciones
que dedican los ángeles a sus creadores,
si las palabras del arrobamiento hendieran
       los espacios
en que lo inteligible
se aprisiona a sí mismo cuando su derrotero
       tanteamos en las sombras,
la riqueza del mundo afloraría en los yermos
donde el infortunio se sacia en los labriegos
y la nada coronaría, insomne, a los tiranos.

Si todos los días del amor fueran como
       el primer momento,
los recuerdos también se recluirían en celdas
       pequeñas sin nostalgia
y un presente ni eufórico o altisonante
colmaría de felicidad la mañana en que despiertan
       los apesadumbrados
y las emociones suscitadas por la simple existencia
       de las cosas
nunca se marchitarían en nuestros corazones
y el ungüento sagrado de la paz y la dicha
colmaría la ansiedad de ser que nos persigue
tantas veces la ignorancia y el azar
nos hieran con sus armas
de miedo y latón en la penumbra.

RAÚL PÉREZ ARIAS




Raúl Pérez Arias
nació en Buenos Aires en 1956. Fue fundador de la Cooperativa de Arte "Cultura con Todos" y co-fundador del Centro Cultural "Amigos del Arte". Dirigió las revistas literarias "Látigo de fuego", "La antorcha literaria" y "Emergiendo", y los grupos reunidos bajo el mismo nombre. Ha publicado en poesía: La inmovilidad de los ruidos (2007), el cuaderno Sixtina a Grecia (200/) y Qué y otras circunstancias (2010). Actualmente dirige la revista "El mirador de la Cultura".



IDENTIDAD

Es inútil
no dejo de insistir
la verdad me enfrenta.

Trato de ser grande
no sé dónde queda mi casa
afuera hay un niño solo.



DUELE

Duele.
Alguien nos asfixia
entre la sien y la locura.
Otro no puede dormir
su página genocida.
Ahora buscan una excusa
entre miseria y monoblocks.
Mañana les cerraré otra envidia
eso sí les duele.



LA OTRA HISTORIA DE LA INQUISICIÓN

Todo nació
-dijeron-
del desorden de las cosas
-la fe-.
No hubo punto de apoyo
-el carpintero faltó a la cita-;
celebraban la crisis
en una asamblea vacía.

No les importaba el silencio
ni la sordera del oído izquierdo
-total les quedaba uno-.
Así terminaron una mañana
la boca clausurada;
una cruz candente
les quemó hasta la última sílaba.

Los inquisidores cedieron al fin;
los civiles volvieron del cadalso
con la manos liberadas
de tanta petrificada sangre.
Ahora deambulan por la vieja ciudad
tratando de recuperar su diezmo,
la dignidad de un salmo
que envejece de soledad y tristeza.



LATIDOS

Latidos
que no dejan nada.
Hablan
esparcen ironías
mueven a la risa.
Suenan
de tanto insistir.

Latidos
sin motivo
sonámbulos requemores.

Se van
lamen inoperancias.
Recuerdan
heridas fugaces
en destinos
de venas
a la deriva.



IGUAL QUE SIEMPRE

Hoy ni el árbol
genealógico
de aquellos ojos
         lo sostiene.

El sol mete miedo
ante una luna
            sin salida.

Nada lo conforma
teme que sea
él mismo
en las diagonales
apretadas
de una plaza
siempre igual. 

ANDRÉS UTELLO




ANDRÉS UTELLO nació en Buenos Aires en 1962. Reside en San Marcos Sierras, Provincia de Córdoba. Es creador y organizador del “Congreso Internacional de Poetas y Escritores en San Marcos Sierras”, en sus cinco ediciones entre los años 1997 y 2005, que fueron declarados de interés Municipal, Provincial y Nacional. Obra poética: Entrecuerpos (1984), Lunario (1986), La danza del sol (1990), Relámpagos (1996), Hojas elementales (1999), Aguafuerte (2002), Enebro (2005), El Ultimo Padre (cuaderno de poesía, 2007), Mandala (2009).




Serena ríe entre los árboles

Mis magias son serenas,
simples
como el fuego
o tenderse en la hierba.
Hacen la mañana
repleta de pudor
de un ardor
que perfuma el aire.
Mis magias son serenas
cuando abre la flor
en el agosto de los espinillos
y el monte se levanta
en una marcha
repleta de colores
y de nostalgia.




Encuentro con Pancho
en Fiambalá


Querido amigo:
Mi pensamiento salta más que un gato
y llega hasta el cielo, rojo,
picante.

El poeta Acuña
ha dicho que vendrá
zarzamora y ajenjo
para tanta alegría
que arda sobre los cerros
la mansa piel
Transcurre un silencio
verde en el monte.
Toda espera es eterna
pero él ha dicho que vendrá .
Que tiemble la muerte
si lo enarbola
Que se estremezca
el llano si lo retiene
Que se pudra
toda la albahaca
de esta tierra,
si el poeta no dijo la verdad.
Traigan más vino
los infelices
Su saco blanco
recitará a Li Po.
Llorará sobre las ruinas.
Dirá: madre, Fiambalá,
ternura.

La misma luna
que lo llama.
El poeta Acuña
ha dicho que vendrá.



Una mujer echa las cartas

Lo que yo era
no tenía nombre
en mi casa,
afuera existía el mundo
adentro, el universo
de la madre
haciendo feliz el día
para que llegue la noche.
No había un nombre
Clara, me lo dijo
una tarde de colegio.
Nombrarlo todo
para conocerlo todo.
El viento azul
de la mañana
sobre la fastuosa
soledad de mi pecho.
Cuatro lugares
donde ir
ninguno
demasiado lejos.




La causa de la herida

Estamos atados a este clan
disueltos
en sensaciones tercas
de floresta.
Y claro que un dolor
forjó la espada
la guerra que emulamos
bajo esta piel viajera.
La misma cicatriz
el mismo tacto
el padre que no regresará
la araña madre
que teje el laberinto.
Y claro que llueve
entre nosotros
un río de frescura
insuperable
somos ese viento
en la quebrada
un cordón azulado
en el desierto

AMANDA TOMALINO




AMANDA TOMALINO
nació en San Marcos Sierras, provincia de Córdoba, donde reside. En poesía ha publicado varias plaquetas y los libros: De sortilegios y pasiones (1998,1999), Calendario de flecha (2001), Los ojos del lobo (2005) el Cuaderno Squeo Nº 7 (2006) y Equinoccial (2007). Fragmentos de su obra poética aparecen regularmente en libros compartidos y antologías.




AGÓGICA

Caer por el borde
por los desagües
  caer
       hasta el cimiento.
Rebotar en el asombro
   y pasar al filo
       de la puerta.
Aquella
   olorosa madera
      (que se resiste)
deshilachada
      y quieta
este paisaje
      de máscaras
         y escombros





DESIERTO

Caravana
      de sombras
  estos muros
  gastados de vivir.
Humildes
   puñados de polvo
después de la tormenta.
  Mientras el río
   se golpea la boca
y lame su huella,
   su triste raíz
      de arena.




RAÍZ

Ser de aquí,
ser la misma corriente.
Nacer en el remolino
de este río serrano,
mirar lo que queda.
   Saber si es
         necesario,
         el regreso.




IMAGEN

Balcones
anclados al vacío.
Balcones
sin otro gesto
que estas gotas caprichosas,
y la sombra
de una mujer,
como un barco,
bajo la lluvia.





NEVADA

Fervorosamente
empezó a nevar.
Mayo es un duelo
      de lobos
sobre el opaco puente
   de la madrugada.

Acaso...
el último delirio
   del infierno.

GUSTAVO TISOCCO






Gustavo Tisocco ha publicado los poemarios: Sutil, 2001; Entre soles y sombras, 2004; y Paisaje de adentro, 2006; y dos discos compactos: Huellas e Intersecciones. Fragmentos de su obra poética son habitualmente incluidos  en antologías argentinas y del exterior. Dirige el blog de la red Internet: http://mispoetascontemporaneos.blogspot.com. WEB personal: http://www.paisajedeadentro.com.ar  - Blog personal: http://poemasdegustavo tisocco.blogspot.com.












Niña
afuera llueve,
no te acerques al aljibe
que puedes caer al foso.

El foso es penumbra,
humedad y tragedia.

Niño
afuera hay sol,
no te acerques al aljibe
que puedes caer al foso.

El foso es para suicidas,
ladrones y asesinos.

Madre estamos ya en el foso...
aquí hay cadáveres honestos,
sueños desechos, hermanos torturados.

Rescátanos
y desenmascaremos juntos a los duendes verdes
que habitan entre flores.



...

Juguemos en el bosque
si la bestia no está.

Si el lobo está
juguemos a la  escondida.

Si te encuentran
jugarás a la mancha de sangre.

Aunque la sangre no veas
jugando al gallito ciego.

Si  ríes, con la venda en tus ojos
irás a la ronda de San Miguel.

Allá en el cuartel olvidarás
direcciones, nombre de amigos
y perderás al ahorcado.

Una señorita de San Nicolás,
que sabe tejer, que sabe bordar
no quiere abrir la puerta para ir  jugar.
Inquieta espera que regreses,
pero en la rayuela llegaste al cielo.





Triste Jardín

Con cada muerte,
con cada destello de cuerpo quemado
el bosque se cubrió de penachos rojos.
Cada guerra sembró semillas de verdes brotes
y entre gemidos y desgarros
un aluvión de orquídeas nos invadió.
Cada inocente abatido fue de pétalos cubierto
y a mayor dolor
un aroma de azahares inundó el aire.

Es una tristeza ver el jardín tan florecido...



...

La taza vacía
el viejo mantel
la maceta desnuda.

En la calle abruma el caos
mientras mi soledad
inmutable ríe.

El miedo detrás
de constantes miserias,
holocaustos sin disfraces,
en tanto yo
sumo muerte a mis días.

No me asusta
dejar latidos mudos,
olvidar respiros
ni resquebrajar la piel.
Mi fobia
es asistir cada mañana
a mi funeral.

Sicario de mí
busco un beso que me salve.

JOSÉ EMILIO TALLARICO




José Emilio Tallarico
nació en Buenos Aires en 1950. Su obra poética comprende Huésped y testigo, 1986; Siglonía, 1988; Ese espacio que tiembla, 1993; El arreo y la fuga, 2000; Andariveles, 2006; y Creés mirar lejos, 2011. Publicó artículos y poemas en varias revistas literarias del país. Fue traducido parcialmente al portugués, al catalán, al italiano y al neerlandés. Reside en su ciudad natal.





 




POETA EN ZONA ROJA

Noche loba de barrio, noche sobre la especie.
A paso de poeta entre tres travestidos
-permisito-, un Rolando diligente y discreto
va camino a casa.
Las rubias altas ven que no es ortiba ni cliente,
lo ven encorvadito, tan leve, nadie sabe
qué tiene aquel vecino.
Si conocieran el poema que será ley un día:
“quedáis a salvo y para siempre de la barbarie policial”
-dice así algún fragmento…
Ah, Rolando, en ese caso, ¿quién podría salvarte
de que te alcen como a un bebé, y te recompensen
con denso rouge vertiginoso, tus vecinas?




LOS MOTIVOS DEL GORDO

Desués de hablar de dietas,
de ensaladas vidriosas e inclementes,
de menudos sesudamente fileteados,
dijo el Dietólogo a sus gordos:
“No lo olviden, hagan el amor, y mucho”.

Claro, faltaba aquel antiguo postre,
mi fantasía de un Catulo grueso y ruin,
incapaz de contar
cuántos fueron los besos
que quemó en tu boca, Lesbia,
obsesionado en calorías.




AUTOMOVILISTA

Aquel señor apura su automóvil.
Liso, brillante,
su copiloto es un skyte de pibe;
atrás, plegado, lleva un sillón de ruedas.
-Jefe: ¿se sabe centro metafórico del viaje?
No. Un chirrido infernal y un raro esquive
le otorgan lejanía.
Allí va nuestro Edipo mejorado,
dejándonos el aguijón de inventar cárceles,
perros, testigos, su cuna y su tumba.




FULBITO Y CUMPLE


Los cartoneros juegan su picado nocturno en la plaza
(véanse los changuitos puestos de a pares, como postes).
Gritan, se agitan, resuena en la pelota
el seco reventón de un zapatazo.
Parece que hubo un gol, pero no, canturrean
“que los cumplas feliz, que los cumplas…”.
-Ahí nomás sacan el tetra- decís,
y ves que empiezan a abrazarse.
Reunidos, vociferando en un rincón de la canchita:
sus risas son como arabescos en la noche.




UNA ENTREVISTA DE TRABAJO


Yo quise traspasar el umbral de los cerdos.
Comí con ellos bajo el espíritu de las edades,
con la parte cautiva de mí,
con mis orígenes de pobre tipo fiel.
Fue inútil: la verdad, como una rosa fría,
sangró por mi boca.




EL REFLEJO

Esa enorme proliferación de cajas, cajitas,
perlas, ampollas, gotas, comprimidos,
con sus colores, sus letras gráciles, brillantes,
hasta un umbral de la retina llega
con lasitud desesperada.
Y en ese mismo mueble que reúne
tan tenebrosa ronda comercial
sorprendo mi reflejo.
He ahí un remanso de mi yo,
un emergente mío, si se quiere,
fisgón a sueldo de la cosa humana
en la fragua cabal de su hastío.
Cuello extendido, me observo frente a frente:
-“Doctor, poco sacro lo veo,
hay poca magia en esa azul disolución
que bordea sus hombros,
qué magro juego el suyo a favor de una luz
que a la vez lo atraviesa y lo estafa”.



EL GRAFFITI

Chorreante,
rústica insolencia de amores.
Plebeya es la pared
del callejón que atraviesa la noche.

(Los muchachos publican
su feroz discusión con la muerte.)

GUSTAVO SOLER



GUSTAVO SOLER nació en Santander, España. Es poeta, narrador y ensayista. Ha publicado en poesía: Las rutas transitadas (1958), Los pálidos profetas (1962/63), El límite (1971), Baladas del amor eventual (1979), Ischigualasto (1980), Frecuencias extremadamente bajas (España, 1990), Regiones de marcada intensidad (1990), American stress (1997), Baladas del amor eventual (Antología, 2000), Responso en Malvinas (2006), El principio de la incertidumbre (2006) y New York, New York (2009). Ha publicado una extensa obra narrativa y ensayística.








CITY BANG!

El lugar es cuadrado. Un murmullo de máquinas
apenas perceptible. El hombre del sombrero
y la señora erótica -Zinadelia y su hija de bronce-
las medias que se pierden
en la oscuridad de la pollera.
Bocas resecas, expectativas,
llegar, correr, morir.
El lápiz atado a la cadena,
la cadena atada a la mesita,
la mesita empotrada en el suelo,
en todos los lugares de la tierra
con amplios ventanales asegurados
contra los suicidios. El City Bang!, cónsul del Imperio,
razonable, conceptuoso, atento, ideal para progresar.
Su nombre recuerda la ciudad, como se dice allí
en el norte americano. El ideal, la City, con los autos
absortos para hombres apresurados. Zapping y
hamburguesas. Hamburguesas y Zapping.
La vida no es difícil.
"City", como homenaje a la ciudad.
El "bang" es chiíta.




INTENSIDAD

   Habrás de decidir
entre ser o sentir
entre la incertidumbre como sombra interior
o la dicha planificada por los otros
junto a la chimenea de las casas
cuando la última taza que se levanta
en la mesa del atardecer semeja
el reglamento de la muerte.

   Entre lo que se vive y lo que ansías
duerme la intensidad
como un perro embrujado
que aúlla en lo sombrío.
Entre lo que deseas o te debes
está la eternidad trayendo sus cenizas.





TEMPORALIDAD

   ¿Qué sentimiento nos arroja
a estas playas donde todo comienza,
donde la doble dimensión nos retorna
al momento en que fuimos,
al inhallable tiempo
de donde huyó la muerte?

   Nunca tiñó los aires el durazno
con tanta pesadumbre
como cuando sobre los jardines apagados
las niñas de blancos calcetines
con antiguos triciclos
emergieron del alba.

   Hay otras dimensiones antes desconocidas
que trastocan las cosas,
un cubismo esencial como nuevos
espacios y distancias que comprimen
o alejan y fueran las palabras
metáforas de Dios.

   Donde lo que inicia se termina
y nace en otra parte.





Páramo

   Queremos ansiosamente consumir
las veinticuatro horas de la vida
y arrojar al azar
alternativas y presagios
para internarnos en el acontecer
sin advertir el rango que la muerte le ha otorgado.

   Desembocar después en esa predisposición
de evitar el dolor que nos asedia
para caer igual en el duro acertijo
de las sombras.

   Hoy encontramos la única respuesta
en la piedad y la renuncia
desde donde podremos retornar
hacia nosotros mismos,
(lo que supimos y lo que creemos)
como si fuéramos extraños
que se cuentan
sus vidas sin ocultar
las consecuencias y los desencantos.

ENRIQUE SANDRI



Enrique Sandri nació en Buenos Aires en 1972. Es poeta y narrador. Reside en Santa Rosa del Conlara, San Luis. Ha publicado en poesía: Tan vulgar como inocente (2006) y Hachazos y curitas (2007) en soporte papel, con un disco compacto. Al igual que algunos trabajos poéticos, sus cuentos han sido difundidos a través de diarios y revistas.




...

Tímido,
el mundo ambulante
se comunica con palabras erróneas.
Nadie aprendió a
repartir la necesidad;
nadie pidió este dolor de pobre.
Estamos todos al pedo
esperando que se decidan
a prestarnos dignidad
un ratito antes de nacer
justo en el último
pujo de la eutanasia.






...

Se clonan necesidades en la conciencia.
Tuve una duda y se la puse a otro
en el bolsillo de la camisa;
para que sufra como se lo merece.
Acá pesan las dudas, es difícil
no existen puertas de subte;
de que manera se entierra el asco
si hay montañas y piedras
donde ponen a los muertos de miedo,
el acopio de soledad,
el temblor de la mañana,
el incesto y el default.



...

A veces es bueno
disfrutar la incertidumbre
para relajarse y
no aferrarnos a cualquier cosa.





...

Los edificios extrañan mi mirada.
Busqué protegerme,
pero de qué, si aún tengo
                            prendida la TV.

En definitiva me da lo mismo
entre estas paredes,
dentaduras afiladas,
estas sierras que
me niegan el horizonte.




NOSOTROS

Hoy los chicos se apuran
pero nosotros se lo inculcamos;
antes de terminar con el vaso
ya quieren su perrita entre las piernas.
Pero nosotros construimos autopistas,
aeropuertos y cementerios privados.
Chicos, no se apuren,
que para eso, ya estamos muriendo nosotros.







...

Acá es difícil matar a alguien
en Buenos Aires una vez maté a un poeta
y dio igual;
en este lugar hay tal aburrimiento
que se traduce en paz
conspira con la resurrección de la poesía.
Por eso, cada tanto me voy a la ciudad
                                      a matar un poeta.
Tranquilo con mi instinto
vuelvo a escribir ciertas porquerías.



...

Que me disculpe la viuda
por no ir al funeral del tiempo
recordar a veces me entristece
y mi estimulador flaquea a esta altura
ni siquiera me animo a ponerme contento
de haber llegado hasta acá.

RICARDO RUBIO




RICARDO RUBIO nació en Buenos Aires en 1951. Ha publicado novela, cuento, ensayo, teatro y poesía. Son algunos de sus poemarios: Clave de mi (1982), Pueblos repentinos (1986), Historias de la flor (1988), Árbol con pájaros (1996), Simulación de la rosa (1998), Epítome (2001), El color con que atardece (2002 y 2003), Entre líneas de agua (2007 y 2008) Tercinas (2011). Ha estrenado trece de sus obras teatrales, una de ellas en Madrid, y ha sido parciamente traducido al italiano, ruso, gallego, alemán, albanés, rumano, árabe, catalán y francés.

http://ricardorubio.net/home/
https://es.wikipedia.org/wiki/Ricardo_Rubio




Nada sabemos salvo el desencuentro


Simulo distracción mientras agito otro tiempo
que inflama el corazón del amanecer.

Cierro los ojos e imagino los signos
    de un lenguaje universal.
Busco razones
mientras palpito tristezas
   derramadas en las grietas
   de un espacio perplejo.

Cuando el alba abre caminos,
absorta, la lucidez se espanta.
¿Con qué veneno ahogamos la insistencia
   y la ilusión, si de nadie es la luz de la distancia?
Ninguno es dueño del color con que atardece.
La conciencia navegó milenios para llegar aquí
y forzó un hombre aturdido 
   en medio de las piedras.

Hay alamedas heridas de sed,
pájaros con estertores de pánico,
pequeños peces luchando contra el invierno.
Pero hay manos de mujer
   a lo largo de mi espalda
   que mitigan la ferocidad de la vida.
Así siento las caricias y los desaires.
Ahora los años acosan para siempre,
   y son apenas silencio
   en el fondo de un gesto.





La razón es ciega cuando se agita un prisma


Cualquier palabra no es tu palabra;
no es tuya la voz del niño
    con garganta de trueno,
ni el color del tulipán, ni la brisa del sur.
Ese escudo no te cubre del temor,
esa cota no impide el paso de las flechas.

A veces, la luz se dispersa
    para dejar un hueco confuso
    en el ojo de los hombres.

Cuando los bosques en tierras aún indecibles
    no imaginaban su follaje,
cuando el sol era un punto
    con todos los puntos encendidos,
cuando los astros eran fragmentos
    de un único astro incomprensible y loco,
y la molécula vibraba en la insistencia,
    el escriba ya era parte de un recuerdo
    en la materia,
y aunque sus ojos no atinaban ni el espíritu
    ni el hueso, ni el calor, ni la intemperie,
en su inercia la vida planeaba la risa de la pasión
    y el cuarto oscuro de la ciencia.

Luego un hombre entrevió el roce, la fisura,
el músculo partido
    por la simple disolución de la franqueza.

Y gimió.





Los ojos se cierran a la danza o se abren al dolor


El tala se ciñe entre arrugas y silencio;
entra y sale del aire con una fuerza antigua.
Se lleva la última gota de las acequias
hacia un torrente invisible
que no alcanza su piel muda.

Cuando el monte envuelve su sed y su tristeza
el cielo lo ve alzar los brazos al viento.

Navegaré la eternidad para entender este porqué,
este confuso caracol que se ahoga entre arena y sal,
esta ambición que cae en las manos de la intolerancia,
este falso remanso de la idea.
¿Cómo ver el otro lado del espejo
    cuando el núcleo está en la carne?
¿Cómo ser uno cuando desmayo?

La vida se contrae, se recuesta en la senilidad,
se apostema y se aturde.
El delirio invade las formas, la razón vacila,
la desnudez intenta un color en las tinieblas
y busca una especie, una estirpe, una tribu,
un cimiento donde sembrar el aire.

Pero la luz se hace noche, niebla, sopor,
confusión de lirios a la sombra de un nogal.
Carreras infames dibujan un pasar delgado y pueril.

El ocaso es demasiado vértigo para la desnudez.






Nos mantenemos agua  en un estanque mensurado y atónito


Acaso consagramos las tardes al estupor.
Alejados del ya,
indagamos lugares sagrados de la memoria:
los pródigos sueños, las tantas quimeras,
las ambiciones que crecían temerosas
con lentitud de otoño.

Tristemente, el niño se obliga
a dejar la ingenuidad y juega a estar cansado.

Las horas se hacen interminables días en la luz.
Inteligibles las cosas se ufanan de existencia.

La decisión es al fin un nervio que obedece,
un latido que se expresa, que se abre.
El tiempo deviene en el verdadero sí de las manos
y descree de oscuros enemigos revelando un calor
    que no sucumbe al frío de la tristeza.

Aún así la paciencia hace lentos los meses,
los siglos llevan en andas lo indecible de lo eterno,
la levedad y la caricia se someten a la ansiedad,
el olvido se hace nunca y la esperanza brisa.
El antes alberga una quietud
    y el ahora una historia y un silencio.

No tenemos tiempo más que para nombrarnos.
Casi siempre el árbol es más débil que su flor.
Nacemos para ir perdiendo la luz de las estrellas.





Eternamente ahora

Siempre este ya pegado a los ojos.
A cada instante un segundo baladí,
un ahora infinito que nutre y azora
el presente de las indecisiones:
instantáneo, efímero.
Inaferrable.



 

Alrededores

Las aves
en la tarde,

las azucenas
y el silencio,

el fondo rojizo
del infinito,

todos habitan
este pequeño corazón.


HORACIO PRELER







HORACIO PRELER nació en La Plata en 1929. Ha publicado en poesía: Institución de la tristeza (1966), Lo abstracto y lo concreto (1973), La razón migratoria (1977), El ojo y la piedra (1981), Lo real, nuestra casa (1991), Oscura memoria (1992), Zona de entendimiento (1999), Silencio de hierba (2001), Casa vacía (2003) y Aquello que uno ama (2006).







SÍMBOLOS

Un extranjero recorre las calles
de una ciudad desconocida.
El misterio se encierra
en los extraños laberintos.
Los hombres pasan unos junto a otros,
sólo los viejos conocidos se saludan
con las ceremonias de costumbre.
Nos entendemos pobremente,
apenas delineamos los contornos del gesto
articulando símbolos heroicos
para superar el desamparo.






PAN DE LA CENA


Cada noche cortamos el pan de la cena,
tristes como un árbol a la hora del crepúsculo,
áperos como los perros
que despedazan a sus dueños.
Sitiados por el agua y la tierra,
por la luz y las sombras,
de arriba y de abajo,
dividimos las venas de los hombres,
bebemos de los senos de la noche,
sin poder escapar,
hambrientos de amor,
sedientos de claridad,
purificados por el aliento de la nada.






ROSTROS

Su madre suele repetir palabras incoherentes
y se confunde con los nombres y los días.
Los años vividos están clavados en sus manos
de gruesas nervaduras,
en sus pequeños huesos
que avanzan despiadados
y amenazan quedarse con su cuerpo.
Su alma se sostiene
apenas apoyada en un hilo de luz.

Cuando regresa a su casa, recorre su soledad,
enciende una pequeña lámpara
y envuelve en una vieja tela todos los recuerdos.
El tiempo dibuja patios antiguos,
calles arboladas,
paredes descoloridas,
disfraces que aprendió a querer,
rostros que abandonaron el rencor,
rostros de primavera,
y el sol, que no cesaba de brillar.




...

Sobre la dura consistencia del cuerpo,
la soledad busca refugio.
La plena voz ha muerto
y mece la cuna deshabitada.
Alguien llora,
algo ha quedado en la orilla del río,
y se parece a un grito.




...

El pensamiento se adhiere a la piel
de los cuerpos deformados:
Pero el olor de la casa
perdura en el huésped,
en el lugar de la entraña natural de la nostalgia,
en la miseria de la humillación
que no estaba prevista.

ALBERTO LUIS PONZO




ALBERTO LUIS PONZO
nació en Buenos Aires en 1916. Es poeta y ensayista. Su obra editada está compuesta por más de treinta libros de poesía y una decena de libros de ensayo. Son sus últimas publicaciones de poesía: De ayeres y desmemorias (1998), Ramos de invierno (2001), Poemas olvidados (2004), Cuaderno Martín (2005), Lugares/En otras palabras (2005); y sus últimos ensayos editados: Juan L. Ortiz/El aura de un lenguaje esencial (2003) y Poéticas/Poetas de la experiencia a la escritura (2006).
Ha sido editor de las revistas: Vigilia, Encuentro, Mano de obra, Otros cielos (bilingüe) y, actualmente, Hojas del caminador y una edición artesanal de Minilibros de poesía. Ha sido traducido a numerosas lenguas.




EL OPRIMIDO

Qué puedo hacer aquí
cuando nadie
se reconoce en mis ropas
cuando nadie habita
mis gestos oprimidos?

Qué puedo hacer
yo que hablo el idioma de todos
para ser dueño de lo que todos dicen?

Sólo en la máscara de mi plato
el mundo se conmueve.




HECHOS VULGARES


La vida es este despilfarro
de hechos vulgares, vano
más que cruel.
Eugenio Montale


Más que crueles, pasos inocentes
en la casa, sobre los ausentes
surcos de la memoria, en las mismas
circunstancias impresas en el día,
hechos, ruidos, accidentes,
recuerdos en el polvo familiar,
en un alud de roces y murmullos.

Más que el tiempo que hoy
devora íntegramente lo que somos
y devuelve al mañana un vano ser
que recomienza el ejercicio diario,
y más que un rostro cruel y erosionado,
dejamos esta antigua constancia
de haber amado sin medida,
diría vulgarmente.



...

Este mundo yace
entre humeantes recuerdos
como una lámpara
bajo el derrumbe
de la casa.

Este hombre que pasa
busca su memoria
como un ciego
entre escombros.



...

Se han acumulado tantos días
que el último no sucede nunca
y el primero se vuelve a repetir.





LOS DESCONOCIDOS

Son esos extraviados de la tierra
que llevan su nombre en una carta
o guardan sus recuerdos grabados en los dedos
detrás de un documento inexistente.

Tienen oficios secretos
vienen o van sin darse cuenta
en un horario que el mundo desconoce
por lugares abandonados
donde nadie pregunta por el otro.

Sus contornos se fijan sobre un papel gastado
modelando la cara como un punto
los brazos sin objetos perdurables
en el olvido de todas las costumbres.

Esos desconocidos que me hablaban
que me oían a través de palabras comunes
diciendo voces que no son de ninguno
encerrando su rastro entre dos lenguas.

GRACIELA MATURO




GRACIELA MATURO nació en Santa Fe en 1928. Es poeta, escritora, estudiosa de las Letras y catedrática universitaria. Su obra publicada abarca la investigación, la crítica literaria, el ensayo y la poesía. Ha publicado en poesía: Un viento hecho de pájaros (1960), El Rostro (1961), El mar que en mí resuena (1965), Habita entre nosotros (1968), Canto de Eurídice (1982), El mar se llama ahora con tu nombre (1993), Memoria del trasmundo (1995), Orfeo canta (1995); Cantos de Orfeo y Eurídice (1996), Nacer en la palabra (1997), Navegación de altura (2004), Antología poética (2008). Son numerosos sus libros de ensayo y estudios literarios. Dirigió las revistas Azor (1960-1963) y Megafón (1975-1989), y la colección Estudios Latinoamericanos editada por Fernando García Cambeiro.





Gira la rosa ciega

Amor del mundo
indiferencia del mundo
el sol calienta
se acoplan los insectos
todo murmura, corre, se funde,
se rehace
Adónde van los ríos quietos de los metales
el pasto ingresa en un caballo oscuro
la sal entra en el pasto
unas palabras vienen hacia mí
las flores se agitan como lámparas
todo se mueve, gira.
Su centro es invisible
A veces sopla el amor
y comprendemos
después todo es igual
la rueda de las maravillas
mueve sus flores de horror
sobre un gran río de agua negra.



El rumor de la rosa

Escucha su rumor.
Es una rosa que es un trueno que es un pájaro,
un bramido que crece como un bosque.
Una estrella que ruge,
un incendio nacido de un invisible corazón.
Escucha su rumor, nada viene a acallarlo.
Ni el ruido del fusil, ni el miedo, ni la noche,
ni la dura palabra de los sagaces.
Nada viene a curar esta llaga esta rosa
madera cruz ardiendo en la tormenta
furia del huracán que entremezcla los tiempos.
Flor de la tempestad
estallando entre lápidas de mármol,
manchando con su púrpura de amor
las inscripciones muertas.
Es una víscera caliente,
un corazón de todos y de nadie
nacido del calor de una muchacha
que amamanta  su hijo a la intemperie.
Crecido en la soledad del hombre,
amargo del dolor del que nunca descansa,
oscuro en la negrura de una mano aterida.
Rosa oscura naciendo del fuego callado de los pechos
nutrida en el delirio, en la esperanza.
La lluvia cae indiferente sobre los signos del despojo.
Un gran silencio llega, mojado de neblinas
en la oscuridad del invierno.
Oye el rumor de la rosa que despierta.
Es una loba ardiente que alimenta
a las  auroras del futuro.




Las mariposas

Las mariposas siguen
ardiendo
sobre los radiadores de esas máquinas
que los hombres llaman automóviles
Arden hermosamente
junto con nuestras trenzas, con las hojas
recogidas en el parque al atardecer,
con los cuadernos dibujados y el sueño
de las adolescentes
absortas de amor
que sabían mirar desde el lado del pájaro.
Arden aún con sueños que resplandecen.
Es su manera de existir
de decir su delirio  entre los muebles
que crujen en el alba
entre los libros fósiles
desordenados en los viejos pupitres.
Ese minuto de su muerte dura para nosotras
es un rito
reconocido por dos chiquillas  que se encuentran
en un lugar sin  tiempo
para volver al parque donde un árbol espera
y descubrir  que nada está perdido
que nunca nos alejamos de su sombra
y estamos aquí
danzando
esperando a los ángeles
entre alacranes insomnes
y mariposas que se suicidan.




Poema a Baltasar

Nadie supo tu nombre.
Tampoco yo que por amor te nombré Baltasar.
No sé cuándo te fuiste de mi balcón,
de este planeta confuso,
ni en qué espacio de lo infinitamente abierto
mora tu alma de felino silencioso y bello.
Me falta hoy tu pecho de carbón
el fulgor de las brasas amarillas de tus ojos
y el ondulante andar de tu cuerpo
sobre la reja.
Me falta tu mirar desde lo alto del muro
tan cotidiano como el café y el pan de las mañanas.
Tu compañía irónica y distante
tu presencia a un lado y otro de mi casa
consuelo secreto de mis días.
Estabas allí,
durmiendo sobre la frescura del trébol
o velando en el techo con tu pelaje negro
leonado bajo el sol.
Adiós hermoso amigo.
No pudimos despedirnos.
Acaso abierto al viento de la eternidad
puedas escuchar la voz de esta amiga extraña,
esquiva,
sola.

sábado, 7 de enero de 2012

JOSÉ MARTÍNEZ-BARGIELA




JOSÉ MARTÍNEZ-BARGIELA nació en Pontevedra, Galicia, en 1921, y falleció en Buenos Aires en 2009. Poeta, narrador, ensayista y traductor de inglés y portugués. Publicó veintitrés poemarios; son algunos de ellos: Los ávidos laureles, Hojas de palisandro, Fragmentos de la noche, El escultor, Abismo de ausencia, El navegante; y el cuento: El crimen de los carboneros. En novela: Yo, el esmoquin (2008). Numerosas antologías recogen partes de su extensa obra. Su familia le editó el libro póstumo Monocordia (poesía, 2011) y El Grupo Literario La Luna Que, del que formaba parte desde 1998, lo recordó con la edición de José Martínez-Bargiela - Apostillas de los amigos (2011).


 



HISTORIAS DE CIEGO CON VIOLÍN

¡Vean, vean a los guardias,
la ley es calva y una sola;
de fugas, esquiva ley aplicada
bajo los arcos del puente: ley,
toda sentencia es válida!
Observen el resplandor del fuego,
adviertan pulir el acero las balas,
por turno el humo del tiro de gracia,
el innecesario suspiro.
De la comedia a la farsa,
inútil bululú tan solo con ver fluir
y anudarse el agua
al rojo color del río,
la falsa sentencia al alba
por suscribir la muerte amanecida
al postrer canto del ruiseñor,
y pretenden las aleluyas
loar caros maitines,
vulnerar, transgredir sordas lágrimas
en cuerdas de violín, el drama.




PASO Y PASO

Qué hago yo
que no miro atrás
cuando cruzo la  villa
al costado de la empalizada.
Por qué me siento
tan poco bravo
al amanecer

estas miserias devenidas
de los innombrables
de la historia impía

en zancos y signos
apedreado miro
a los niños descalzos
inocentes ondear
banderas de desencanto
para mantener en alto
la otra historia
viva

cuando paso y paso
y pasan los trenes suburbanos
de la desmemoria
gritan...

Adiós digo o callo
y del pan la mano escondo
sinsabor del prodigio

el alimento
símbolos amargos
del que la billetera monda
por cualquier adagio
a bordo del instante
vuelan a Ezeiza lejos
del brazo de algún mecenazgo
en trueque
en la calavera hueca
de su propia sangre.



BY-PASS DE MILENIO

Músicos y poetas cayeron
infinitos en la trama lírica del siglo veinte,
haciendo música, cantando,
ejecutando sus violines;
elucubrando, desertores los aedas,
inverosímiles hipocresías fugadas
del Olimpo con los dioses,
los cantos griegos y sus bardos encanecidos
en el altar de los atletas.
Píndaro, ya cansado de encender la antorcha,
sus poemas, regresa del Estadio y no vuelve
en los épodos de la Odas triunfales.
Músicos y poetas sin aliento
denostan al promediar la adversidad
reiterar la noche más larga de los tiempos:
centuria ominosa caida al vacío del escarnio.
Aliteradas glosas el canon sugerido de la injuria.


DESVARIADO

No sé si voy a ponerme a llorar
aquí, de pie
en esta extrema de terreno,
al verme invadido en las incultivadas
parcelas,
abandonadas a la ecológica belleza,
triste e incapaz de ser,
de revertir este momento.
El zarzal me cubre donde hubo
vida campesina y frutos, hay
tierna maleza ahora.
Y aún me maravillan
los cantos de pájaros menores,
aquellos que no emigran
y son constantes
en las cuatro estaciones del año,
embelleciendo los extraviados
ramajes indomables,
descolgados indiscriminadamente
sobre los arroyos de antaño
que me estimulan y me hacen humano.
Cuando me vuelva a ir
he de dejar el grito
agradecido como hijo,
padre y abuelo,
de saber quien sabe qué
de cambios futuros,
ha de sorprerderme
el intento de jamás,
mis inconstancias.