viernes, 6 de enero de 2012

HÉCTOR MIGUEL ÁNGELI

 
HÉCTOR MIGUEL ÁNGELI nació en Buenos Aires en 1930. Es poeta y traductor de italiano. Ha publicado en poesía: Voces del primer reloj (1948), Los techos (1959), Manchas (1964),  Las burlas (1966), Nueve tangos (1974), La giba de plata (1977), Para armar una mañana (1988), Matar a un hombre (1991), La gran divagación (1999), Animales en verso (2004), Frutas sobre la mesa (2007).






 

OTRA VEZ EL SOL

El sol es una venda suave,
muy dorada al principio,
cuando toca
los grandes parques exquisitos.
Luego sigue por un río de arena
que no alcanzo a comprender
porque está
en mi vereda, en mi cuarto, en mi cocina
y lo detengo y me llama,
y me lastima y vuelve
y luego sigue
hasta la sucia placita de los descalzos
y allí también me llama y vuelve,
pero entonces
esa venda suave es de color ceniza.





TÉRMINOS

Degustar no es igual a disgustar.
Según sea,
uno hincha el vientre del arzobispo
y el otro
asume la responsabilidad de la historia.





UN CAMPO DE SOLITARIOS

Hay cosas que se pueden ver
y otras que no
desde un campo lleno de solitarios.
Se puede ver
el peso trillado de la piedra
sobre la cornisa
pero nunca
porque ya sería demasiado
el peso del invierno
sobre los alambres de púa.




EL JARDÍN DE LA VILLA

Este jardín tiene flores,
pero no tiene alondras.

Gotea una canilla,
pero no canta una fuente.

Por allí anda un sapo,
pero no navega un cisne.

Asoma un enano de yeso,
pero no luce una Venus de mármol.

De noche, brilla una bombita
pero no un farol francés.

Este jardín no es un lugar aparte.
Pertenece al gran mundo del pobre.
Todos lo vemos un poco,
pero muy poco.





MANO EN EL PAISAJE

La mano desolada de un hombre
sobre un árbol
puede todavía creer,
sobre una parva
puede todavía sonreír
a los maniáticos insectos,
sobre la perpetua llanura
esa mano
ya se cierra en un puño desafiante
y ya no es mano.
Es una rata herida
cansada de andar y andar
entre sitio y fecha
sin descubrir morada alguna.

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